La transformación digital: Descifrando las tendencias delictivas en una sociedad híbrida

Marcelo F. Aebi Universidad de Lausana, Suiza*


La criminología actual enfrenta el desafío de analizar las tendencias delictivas en un contexto donde lo físico y lo digital coexisten. Esta situación configura lo que denominamos una sociedad híbrida. En ella, el ciberespacio no es un entorno separado, sino una prolongación del mundo cotidiano. Esto implica reconsiderar cómo se clasifican, registran y explican los delitos. La distinción entre delitos offline, online e híbridos es un primer paso.

Este enfoque es el eje del libro Understanding Crime Trends in a Hybrid Society: The Digital Drift (Springer, 2025), que hemos editado junto a Fernando Miró-Llinares (Universidad Miguel Hernández de Elche) y Stefano Caneppele (Universidad de Lausana), y que está disponible en acceso libre y gratuito en su versión digital.

En el capítulo 1, examino los orígenes del enfoque progresista en criminología, vinculado a la Ilustración. A partir de la segunda mitad del siglo XX, identifico dos orientaciones principales: una orientada a la reforma, que busca transformar estructuras sociales desde una perspectiva crítica, y otra orientada a la resolución de problemas, que propone intervenciones prácticas como la prevención situacional. A través del debate sobre la caída del crimen en Estados Unidos, comparo estas posturas y sus formas distintas de interpretar el fenómeno, sin perder de vista que ambas parten de una misma idea: la posibilidad de intervenir en la realidad social con el objetivo de mejorarla. Es decir, la idea del progreso.

En el capítulo 2, reviso el debate sobre la disminución de la delincuencia offline en los países centrales (el crime drop) a través de cuatro narrativas: la estadounidense, la de la Escuela de Lausana, la asociada a la revista Crime & Justice y la hipótesis de la seguridad. Analizo cómo muchas de las explicaciones existentes fueron elaboradas a partir de datos y contextos de Estados Unidos o el Reino Unido, y luego aplicadas a otros países sin ajustar sus supuestos. Esta revisión permite señalar sus límites metodológicos y teóricos, y propone incorporar otras variables históricas y tecnológicas —como el impacto de la digitalización— para entender mejor la evolución del delito.

En el capítulo 3, escrito en coautoría con Fernando Miró-Llinares, desarrollamos un marco teórico para comprender cómo la digitalización afecta las tendencias delictivas. Partimos de la hipótesis, que ya habíamos anticipado en 2010, que postula que los cambios tecnológicos modifican tanto las oportunidades delictivas como las rutinas sociales. Analizamos efectos directos –por ejemplo, nuevas formas de cibercrimen– e indirectos, como el repliegue al entorno digital. La hipótesis se aplica principalmente a la delincuencia juvenil, y es respaldada por investigaciones realizadas en varios países que muestran una disminución sostenida de los delitos callejeros, así como del consumo de alcohol y drogas ilegales entre jóvenes desde los años noventa.

En el capítulo 4, Fernando Miró-Llinares desarrolla la hipótesis del ocio digital, que plantea que el crecimiento del entretenimiento online ha reducido la exposición de ciertos grupos, especialmente jóvenes, a contextos donde antes se producían delitos comunes. A partir de diferentes series de datos, analiza la relación entre el uso de videojuegos, redes sociales y plataformas de streaming, y la evolución de indicadores como los arrestos por vandalismo o delitos contra la propiedad. También examina el impacto de la pandemia de COVID-19, que actuó como un experimento natural: disminuyó la movilidad, aumentó el tiempo en línea y condujo a una disminución de los delitos offline junto con un crecimiento de ciertos delitos online.

En el capítulo 5, Stefano Caneppele ofrece una reseña de las revisiones sistemáticas sobre el estudio del cibercrimen publicadas desde 2010. Describe qué tipos de delitos han sido más investigados —ciberacoso, ciberacecho (cyberstalking), suplantación de identidad para obtener datos (phishing), piratería, material de abuso sexual infantil—, qué teorías (criminológicas o no) se han aplicado, y qué datos se han utilizado. El autor identifica problemas comunes: definiciones inconsistentes, baja comparabilidad entre estudios y dificultades de medición. 

Las conclusiones del libro apuntan a que la criminología debe adaptarse a la realidad de la sociedad híbrida. Esto implica repensar las categorías teóricas, los métodos de medición, las estrategias de prevención y el papel del sistema de justicia penal. La transformación digital modifica las condiciones del delito; comprenderla es clave para diseñar respuestas más eficaces.

Para descargar el libro en acceso abierto, visite: https://doi.org/10.1007/978-3-031-72387-2


Marcelo F. Aebi es doctor en criminología, profesor catedrático en la Universidad de Lausana (Suiza) y Secretario General de la European Society of Criminology. marceloaebi.com